Los 7 pecados capitales

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, rezan los evangelios. O sea, que como no somos perfectos tenemos que pensarnos un poco antes de condenar los errores ajenos. Entonces… ¿podemos “pecar” de vez en cuando sin temor a que nos juzguen? ¿O, por el contrario, si hago algo «malo» me convierto en mala persona?

El ser humano tiende a las dicotomías para simplificar la toma de decisiones. Si alguien os dice que fulanito es buena persona, y le preguntáis ¿por qué lo dices?, lo más probable es que te conteste: porque no ha hecho daño a nadie. Es decir, si no es malo, es bueno. Pero no es tan sencillo. La simplificación conlleva errores, y a veces es tan restrictiva que se constituye en otra piedra más de la mochila. Esto ocurre cuando nuestro esquema de valores que determina lo que es “bueno” o “malo”, se convierte en inamovible pese a quien pese, caiga quien caiga y sean las circunstancias que sean.

A la mayoría de nosotros nos gusta considerarnos “buenas personas”, pero como somos humanos y no androides ¿qué pasa si caemos en la tentación y hacemos algo que se sale de nuestros parámetros de “bondad”? ¿Nos volvemos “malos”? Este es uno de los conflictos por que veo a menudo en consulta.

No voy a seguir hablando de piedras, sino que voy a dedicar los próximos artículos a hacer un análisis psicológico de los pecados capitales. Y para cerrar esta serie de “piedras en la mochila” os pongo ejemplos de “pecaditos” con los que no tenemos por qué cargar:

Envidia: es muy popular decir “envidia sana” cuando quieres ser como alguien a quien admiras, o cuando te alegras de la suerte que ha tenido otra persona. Bueno, pues si alguna vez sin poderlo evitar te alegras también de que ese ser al que envidias tenga un tropiezo, no te tortures. Mientras no le hagas vudú…

Lujuria: pongamos que tienes el esquema prefijado de “no tengo relaciones sexuales con alguien de quien no esté enamorado/a”. Tienes un día tonto, te encuentras a alguien por quien te sientes inevitablemente atraído y… te comes la manzana. ¡Fuera remordimientos! ¡Que la vida son dos días!

Soberbia: llevas un porrón de años trabajando para una misma empresa sin que te reconozcan tus méritos en forma de aumento de sueldo o categoría y has visto ascender a gente más nueva que tú por enchufismos y/o peloteos. Te sale una oferta mejor y te haces un Kevin Spacey en “American Beauty”: ahí os quedáis, me piro. ¿Soberbia? Pues sí ¿qué pasa?

Ira: te pisan un callo y… es broma, lo digo porque un ataque de ira lo podemos tener cualquiera, la cuestión es pedir disculpas y hacer lo posible por controlar posteriores salidas de tono.

Avaricia: estás con ese amigo al que le cuesta encontrar las monedas en el fondo de su bolsillo, estás harto de ser su patrocinador y decides esperar a que pague, si es necesario esperando hasta que se derrita el Polo Sur. ¿Será capaz el muy caradura de llamarte tacaño a ti? Pues que piense lo que quiera, pero que se estire de una vez.

Gula: mi pecado favorito jajaja. No tengo más que pensar en un plato que me guste muchísimo y… recuerda que cuánto menos lo comas más rico te sabrá, así que no abuses. Pero si un día te pasas… ¡a hacer ejercicio para compensar!

Pereza: uf qué pesado, por eso me lo dejo para el final… y porque es de los que llevan a la depresión, por lo que puede que sea de los peores desde el punto de vista psicológico. Como con el resto de pecados, todo está en la medida. Un poco de descanso sirve para ponerte las pilas. ¡Pero un poco! Recuerda que el «sillónbol» no es un deporte.

¡Hasta la semana que viene!

7Pecados

3 pensamientos en “Los 7 pecados capitales

  1. Bueno pues yo soy pecador reconocido en todos los pecados (bueno el de lujuria ya quisiera yo, peroooo… eso de encontrar a alguien durante un día tonto todavía no me ha pasado aunque no pierdo la esperanza, je je je).
    Nos has abierto el apetito con este artículo introductorio… no peques de pereza y a escribir el primero querida Eva, que quiero regodearme en mis pecados 🙂

    Saludotes.

  2. Ja ja ja pecadorrrrrr de la pradera…. La pereza la dejaré para el final jiji, la envidia la tengo casi escrita ya… ¡espero no decedpcionaros!
    Besazo para los dos (bueno, uno para cada uno, no hay que pecar de avaricia) 😉

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