¡Qué vergüenza ir al psicólogo! Mitos sobre nuestra profesión

No son una, ni dos, ni tres, las personas que cuando llegan a la consulta se sienten aliviadas porque me cuesta muy poco trabajo «conectar» con ellos y que puedan hablar de sus problemas al sentirse cómodos. No obstante, dar ese paso de venir al psicólogo ha supuesto un esfuerzo importante, a causa de los mitos que hay alrededor de esta profesión. Voy a empezar por uno: el miedo a que «me lean la mente».

Un amigo psicólogo, muy simpático, se encontró una vez con una persona que directamente le dijo que los psicólogos leemos la mente. Mi amigo le contestó: «es verdad, venga, dale, ponte a pensar en algo que yo te lo adivino». El aludido se quedó pensando y mi amigo a los pocos segundos le contestó lo primero que se le vino a la cabeza. Cuando la persona dijo que no era eso lo que estaba pensando mi amigo le contestó «¿ves como no leemos la mente?».

En otra ocasión un conocido actor dijo que éramos algo así como «policías de la mente» (en el mal sentido, como si quisiéramos meter a la gente en la cárcel por un mal pensamiento) y también recuerdo a una compañera de carrera, cuando tan sólo estábamos en primero, a la que un amigo le dijo «no me extraña que estudies psicología, tienes una mirada muy penetrante». La chica en cuestión era bastante guapa, así que más bien creo que lo que le pasaba al chico es que se sentía atraído y no sabía como resistirse…

Voy a desmontar este mito: lo primero de todo, somos psicólogos, sin el «para» delante, y lo segundo, ni tenemos una bola de cristal ni poderes mentales. Sí que es cierto que como estudiamos los procesos mentales y el comportamiento humano es posible que podamos preveer la conducta de determinadas personas ante determinadas circunstancias, pero de ahí a leer la mente dista un abismo. Es más, al menos en mi caso, los psicólogos somos las personas menos mal pensadas: yo me creo lo que me dicen mis pacientes porque presupongo que si quieren que les ayude no me van a mentir ¿qué sentido tiene mentirle al psicólogo? Así pues, acostumbrada a ser bien pensada me suele ocurrir que en mi vida personal me llevo decepciones, pero ¿y lo bien que he estado mientras he pensado que esa persona no me iba a fallar? De esta forma he aprendido de quién no puedo fiarme, y no descarto a priori a gente que luego puede ser muy valiosa en mi vida.

Bueno, como no quiero hacer el artículo muy pesado, os dejo este primer mito, y la semana que viene iremos con otros.

¡Salud!

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